Alarma por la conexión brasileña con el reclutamiento de terroristas islámicos

12/Jul/2023

Infobae

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Lo que está ocurriendo en Brasil no debería ser tomado a la ligera por las autoridades internacionales encargadas de la lucha antiterrorista, especialmente las europeas, porque como un efecto mariposa podría tener un impacto significativo especialmente en el viejo continente.

En el espacio de unas pocas semanas, de hecho, han saltado a los titulares dos noticias que parecen ser la cúspide de un iceberg cuyas proporciones aún se desconocen casi por completo.

Hace menos de un mes, la policía federal brasileña detuvo en el aeropuerto de Guarulhos, San Pablo, a un joven de 19 años que se dirigía a Turquía para alistarse en las filas del Estado Islámico, derrotado pero aún activo en muchas zonas de Oriente Medio, Asia y África.

Brasileño de Barbacena, en el estado de Minas Gerais, el joven había sido radicalizado en Internet por personas radicadas en Brasil. En las mismas horas en que fue detenido, una presunta célula de ISIS fue desmantelada por las autoridades argentinas en el distrito industrial de Santiago del Estero, en el norte del país, siguiendo una recomendación del FBI. Las autoridades estadounidenses se habían alarmado cuando el hombre, cuya identidad no se ha revelado, había buscado información en Telegram sobre el Estado Islámico e instrucciones sobre cómo fabricar bombas caseras. Las autoridades argentinas buscan ahora a otro cómplice.

Por si fuera poco, hace unas semanas el periodista Thais Alcântara había revelado en el sitio brasileño de noticias Metrópoles, la existencia de una red islámica turca que convertía a jóvenes indígenas de comunidades pobres de la Amazonia y los enviaba a Turquía. Según el sitio turco de noticias Artigercek, seis de estos niños llegaron a Turquía en febrero de 2022 y fueron enviados a escuelas coránicas salafistas en Kütahya y Tarso, no lejos de la frontera con Siria.

El salafismo es un movimiento reformista islámico suní nacido en la segunda mitad del siglo XIX y es la más ortodoxa y radical de las diversas corrientes que componen el complejo mosaico de la religión islámica. Del salafismo, de la visión de una sociedad cerrada, de la anulación de toda forma de innovación y progreso, nacieron los movimientos fundamentalistas que responden al nombre de Al Qaeda, Al Shabaab, Boko Haram y, más tarde, el Estado Islámico (ISIS el acronimo inglés).

Por lo tanto, lo que está ocurriendo en América Latina, particularmente en Brasil, es un fenómeno nuevo. Inmediatamente después de la proclamación del Estado Islámico, el 29 de junio de 2014, si se excluye Trinidad y Tobago de donde partieron un centenar de yihadistas para combatir en las filas de ISIS, el flujo de extranjeros reclutados para hacer la yihad partió no sólo de Oriente Medio sino principalmente de Europa, más de 13.000 personas según datos del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización de Londres.

Ahora, sin embargo, la situación parece haberse invertido.

Desde Europa las salidas han desaparecido casi por completo. América Latina, en cambio, parece estar en el centro de una nueva ola de reclutamiento para el radicalismo islámico y uno se pregunta ahora si el objetivo es golpear a Europa.

Brasil, que en 2016 ya había sido objeto de la primera operación antiterrorista de la región, la Operación Hashtag, que había descubierto una célula local dispuesta a perpetrar atentados terroristas durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, ha vuelto a entrar en el radar de los grupos que predican el islamismo radical.

En los últimos meses una campaña centrada específicamente en Brasil ha sido lanzada por Yamaat Tabligh (YT), una organización misionera suní fundada en la India en 1926 que ha estado repetidamente en el punto de mira de la inteligencia mundial en relación con actos terroristas.

“El ecosistema islamista opera en dos direcciones”, reza un informe del Foro Democrático del Sur de Asia, “por un lado, desde el exterior a través de la infiltración de las actividades de YT, seguida del reclutamiento de sus misioneros.

Por otro, opera desde dentro de Yamaat Tabligh, que predica una interpretación ultraconservadora del islam. YT no sólo proporciona una plataforma intelectual, sino también un campo de acción que puede desembocar en actos de terrorismo”.

Ya presente en Colombia, en el Chiapas mexicano y Argentina, que en 2005 bloqueó la entrada de sus 26 misioneros con pasaportes de Qatar, Egipto, Malasia, Pakistán y Sudáfrica, Yamaat Tabligh ha sido vinculada en el pasado por la Jamestown Foundation con Al Qaeda y los atentados de Madrid de marzo de 2004.

Tres de los atacantes militaban, según los expertos estadounidenses, en el movimiento antes de perpetrar los atentados en los que murieron 193 personas. En la presentación de su campaña en Brasil, San Pablo es la ciudad elegida como epicentro de las actividades del grupo.

Insani Yardim Vakfi (IHH es el acrónimo), ya presente en años pasados en Colombia, actúa en Brasil también como puente hacia Turquía. La organización gubernamental islámica turca acusada de afiliación a organizaciones terroristas como Hamás y Al Qaeda y vinculada a la idea de islamismo político de los Hermanos Musulmanes, ha sido prohibida en Alemania. Israel la ha incluido en su lista de organizaciones terroristas desde 2010.

Además, desde hace años opera en Brasil una red próxima a Imran Hosein, predicador de Trinidad y Tobago que durante años fue director de Da’wah (divulgación) de la organización pakistaní Tanzeem-e-Islami en Estados Unidos, conocida por los sermones radicales de su fundador Israr Amhed. Hosein pronunció un “elogio” publico tras la muerte del primer terrorista nacido en Estados Unidos, Anwar Al Awlaki, asesinado por un dron en Yemen en 2011, durante la presidencia de Obama.

También viven en Brasil hace años Haytham Ahmad Shukri Ahmad Al Maghrabi, un brasileño nacido en Egipto, Mohamed Sherif Mohamed Awadd y Ahmad Al Khatib. Los tres fueron sancionados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por haber “ayudado materialmente, patrocinado o proporcionado apoyo financiero o tecnológico, así como bienes o servicios, a Al Qaeda”.

Según las autoridades estadounidenses, Al Maghrabi, que se trasladó a Brasil de forma permanente en 2015, fue uno de los primeros miembros de una red de Al Qaeda en el país. Al Maghrabi era el enlace de Al Qaeda en Brasil para Ahmed Mohammed Hamed Ali, jefe de las operaciones paramilitares de Al Qaeda en Afganistán.

Ahmed Mohammed Hamed Ali fue procesado por su presunta implicación en los atentados de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Dar es Salaam (Tanzania) y Nairobi (Kenia).

Mohamed Awadd llegó a Brasil en 2018 y, según las autoridades estadounidenses, supuestamente recibió transferencias bancarias de otros asociados de Al Qaeda. Además, participó en la impresión de moneda falsa. En cuanto a Ahmad Al Khatib, es un jeque musulmán de origen libanés que vive en Brasil desde hace 32 años.

Aunque Estados Unidos sancionó a Al Khatib como facilitador financiero de Al-Qaeda, las autoridades brasileñas lo investigaron pero no lo acusaron en la Operación Hashtag de 2016.

ISIS en África.

En este escenario, cabe preguntarse cuántos jóvenes brasileños han logrado partir ahora hacia Turquía u otros lugares europeos, o están listos para hacerlo, en comparación con la primera oleada de yihadistas europeos. En aquel tiempo, sólo la joven Karina Ailyn Raiol Barbosa, también de Belém, en el estado de Pará, consiguió llegar a Siria.

Hoy está detenida en el campo sirio de Al Hol controlado por las fuerzas kurdas, junto con su hijo Abdallah, de 5 años. Su familia ha hecho varios llamamientos para que sea repatriada. Mientras tanto, la alerta en Brasil y en la región sigue siendo alta. Varias agencias de inteligencia europeas han pronosticado una nueva oleada yihadista lista para golpear en Europa. América Latina, por su facilidad para reclutar, obtener documentos falsos y desplazarse, es sin duda la incubadora ideal en estos momentos.

Cabe recordar que ya en los atentados del Bataclan de París del 13 de noviembre de 2015, se encontraron números de teléfono argentinos en uno de los móviles entregados en Siria a Adel Haddadi, miembro de la célula que esa noche no llegó a operar porque fue detenida por la policía en Austria, lo que demuestra que ya entonces había bases de apoyo de ISIS en la región.

Thibault de Montbrial, presidente del Centro de Reflexión sobre la Seguridad Interior (CRSI) de Francia, declaró recientemente en una entrevista radiofónica que el Estado Islámico “ya ha empezado a reintroducir unidades de comandos activos en Europa” con la intención de atacar a Occidente. La ruta utilizada por el Estado Islámico comienza en Siria y Afganistán, pasa por Turquía y luego se dirige a Alemania o Suecia porque, dijo de Montbrial, estos países “son considerados los más islámicos en términos de número”.

En su informe anual sobre terrorismo, recientemente publicado, la agencia policial europea Europol también confirmó que, por tercer año consecutivo, el terrorismo islámico radical seguía siendo la principal amenaza para la seguridad del continente, ya que la gran mayoría de las personas detenidas por delitos relacionados con el terrorismo estaban motivadas por la ideología yihadista.

Además, en abril, un informe de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) francesa titulado “el estado de la amenaza terrorista” advertía de que “la capacidad del Estado Islámico sigue intacta” y que Al Qaeda también tiene nuevas miras puestas en Occidente.

Un informe del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Afganistán recién publicado advierte de que la amenaza más grave en el país en estos momentos es ISIS-K, la rama local de ISIS con entre 4000 y 6000 combatientes. El grupo habría aprovechado el caos creado por la rápida retirada de las tropas estadounidenses en agosto de 2021 para reforzarse. Por si fuera poco, el informe confirma la relación “fuerte y simbiótica” entre los talibanes y Al Qaeda, a pesar de que los talibanes habían asegurado tras la caída del gobierno de Ashraf Ghani, respaldado por Estados Unidos, que Afganistán no volvería a convertirse en un refugio para grupos terroristas. Al Qaeda, según el documento, protege a altos cargos talibanes y ha intentado infiltrarse en las filas del gobierno.

En al menos dos casos se descubrió que dos gobernadores interinos talibanes estaban afiliados a Al Qaeda y otro talibán asociado al grupo es el subdirector de la Dirección General de Inteligencia. Los talibanes también habrían proporcionado “ayudas sociales” mensuales a Al Qaeda, y parte del dinero habría ido a combatientes de grupos afiliados. Según el informe, “Al Qaeda está utilizando Afganistán como centro logístico para reclutar nuevos combatientes y está reconstruyendo discretamente sus capacidades operativas externas”, en contradicción directa con los compromisos adquiridos por los talibanes con la comunidad internacional en 2021.

En Afganistán hay unos 400 yihadistas de Al Qaeda, mientras que 2.000 son sus familiares y simpatizantes. Su presencia se concentra en grandes centros como Kabul, Kandahar y Helmand y, según el informe, también se están creando nuevos campos de entrenamiento. Un imán que ahora podría atraer a aspirantes yihadistas de todo el mundo, incluido Brasil.